sábado, 24 de julio de 2010

4- bloc de notas - I -

Si de algo me doy cuenta en mi presente, tirado en una dura cama de una pensión de mala muerte, es que los pasados nefastos y tormentosos que uno ha tenido quedan guardados en alguna parte del inconsciente de la persona que lo ha padecido. En este caso (el mío propio) ha renacido como un volcán milenario que queda en actividad pero nunca podremos saber cuando caerá su roja y violenta lava sobre Pompeya. Queda como tatuajes grabados que nunca más se podrán quitar.

Ella parece estar en paz. Acaba de leer su comentario ciberespacial. Ese ciberespacio que fue el origen del primer nefasto pasado. Lo contaré. Empezaré desde el principio. Desde muy pequeño he tenido un espíritu adictivo y de hiperactividad. Todavía recuerdo aquel día en que tenía cuatro años cuando mi madre me explica que me llevaría a un sitio donde me pondrían cables (o cablecitos) en mi cabeza. Quizás con la angustia de madre de pensar que me asustaría o traumatizaría mis sensaciones por el resto de mis días.

domingo, 18 de julio de 2010

3- El piso nos devuelve su eco

El salón estaba en la más absoluta penumbra, apenas una pantalla de ordenador y un velador perdían la batalla contra una amplia estancia que, vacía, parecía aún mayor. Serge Gainsburg y un músico incipiente de origen argentino-canadiense turnaban sus voces. Pero una piscina de bolas sin niños, esqueleto de chapoteos secos, profundizaban la herida y hundían todo en un silencio sepulcral.

Iniciamos una charla, repasando el anecdotario de los momentos vividos juntos y contándonos aquellos que pensábamos que al otro le podría llegar a interesar, con la más absoluta sinceridad de que teníamos mutuamente sobre una cuenta atrás que mantendría nuestras confesiones en el más absoluto anonimato.

2- Dentro de unos días

Una hora después me apersono en L'ovella Negra, un bar legendario en el que nos conocimos trabajando hace ya varios años. Sin embargo, cuando llegué no encontré más que los restos que dejó el paso de un torbellino de sentimientos. Patxi había pasado a despedirse y solo quedaban los rostros cabizbajos de los que tuvimos la suerte de currar con él. Yo tampoco soy capaz de permanecer indemne al paso de este tsunami y enfilo hasta su casa, un piso con paredes blancas de cal amplio y bien ventilado, ubicado a pocos metros del Palau de la Música Catalana.

- ¿Cómo va, tanto tiempo? - Es lo primero que se me ocurre decirle, apresurado por interrumpir un silencio que comenzaba a ser incómodo en mitad de un abrazo.
- Bien. Tengo la decisión tomada. Me vuel...
- ¿Pero lo pensaste bien? ¿Qué vas a hacer con Minuit?
- Debo irme. Tengo todo arreglado. Estaba retirado de la droga. Pero hace dos semanas recaí. Se me está yendo de las manos. Me voy a Rosario a internarme en una clínica de desintoxicación, mis padres ya concertaron una cita.
- ¿Cuando te vas?
- Dentro de unos días. Mañana domingo me voy a lo de mi hermana y ya entrego el piso. ¿Quieres una cerveza?

viernes, 16 de julio de 2010

1- Bandeja de entrada (1)

“Me vine a l'ovella un toque a despedirme simbólicamente de todo. En 15 días me vuelvo a vivir a Rosario. Es un mal necesario. Vuelvo a la Chicago argentina después de once años locos europeos. Siempre te he considerado un amigo y x siempre lo serás. La historia... la historia es larga de contar. Henry Chinaski vuelve a la vera del Paraná. La vida así lo ha querido. Te quiero mucho brother”




Vuelvo a leer el SMS otra vez. No entiendo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos? ¿Qué será de su pequeña Minuit? Todavía recuerdo el revuelo desatado en el seno de la familia por no poner un nombre convencional a la primogénita. Pero el principal interrogante que se levanta es qué razón puede llevar a un hombre a abandonar todo lo que tiene, lo bueno y lo malo, forjado en más de una década, incluyendo el valor más sagrado: una hija, cuya nariz pronunciada y sus enormes ojos, que parecen querer escaparse de sus cuencos, lo delatan como generoso donante genético.